La diferencia creciente entre los tipos de cambio oficial y el que se obtiene en el mercado de bonos (“financiero”), así como los esfuerzos sin resultados hasta aquí para estabilizar el frente cambiario, empiezan a dejar huellas profundas en la matriz económica real.

“No hay vida con 100% de brecha cambiaria”, graficó el economista Carlos Melconian en un webinar de Criteria. Hoy la diferencia se ubica en el 105% para el cambio financiero y orilla el 130% para su variante informal. Los últimos registros dan cuenta de las dificultades que enfrenta un país cuando convive con tasas de cambio tan distantes entre sí. 

En la última semana, el Indec registró una caída importante en el comercio neto con el mundo. Reportó un superávit de USD 584 millones en septiembre, una merma superior al 66% en relación con el mismo período del año pasado. El resultado también se mantuvo notablemente por debajo de todos los anteriores períodos de 2020, cuando el ingreso de divisas por vía comercial fue de entre USD 1.000 y USD 1.900 millones por mes.

El desempeño se explica en mayor medida por un desplome del 18% en las exportaciones, casi en su totalidad debido a una disminución en las cantidades vendidas. A su vez, las importaciones (restringidas fuertemente durante la pandemia) aumentan por primera vez en el año a un ritmo de 3,1% interanual.

Un desplome en exportaciones comprime el saldo comercial en un 66%

Saldo comercial mensual (comparativa interanual en millones de USD)
Fuente: elaboración propia en base a INDEC

Como hemos sostenido anteriormente, las restricciones sobre el mercado cambiario no resultan, en el mediano plazo, un mecanismo efectivo para estimular el saldo comercial con el mundo. Por consiguiente, se agudiza la dinámica negativa de reservas en el Banco Central.

Una expectativa creciente de devaluación (reflejada en la magnitud de la brecha) funciona como un incentivo a las importaciones de insumos y un desincentivo a las exportaciones al cambio oficial. Los estímulos, de corto plazo, propuestos por el Gobierno, cómo la reducción de retenciones para el sector agro, lucen apenas marginales a la luz de la diferencia entre las distintas tasas de cambio.

Cómo muestra el siguiente gráfico, el intercambio comercial argentino ha sido históricamente una importante fuente de divisas: en 17 de los últimos 20 años hubo superávit. De profundizarse esta tendencia a la baja, se agravaría una debilidad estructural en el perfil externo: un superávit comercial que no alcanza para cubrir los diferentes canales de demanda.

Argentina registró superávit comercial en 17 de los últimos 20 años

Resultado comercial anual para los últimos 20 años (en millones de USD)
Fuente: elaboración propia en base a INDEC

De esta manera, el último registro del Indec enciende señales de alarma sobre la evolución del saldo comercial. Asimismo, afecta uno de los principales argumentos del equipo económico para evitar un ajuste en el cambio oficial.

“Hoy tenemos una brecha cambiaria muy elevada pero también tenemos superávit comercial y no hay pagos de deuda externa,” dijo el ministro en una entrevista, quien aseguró en varias oportunidades que la brecha “genera una expectativa de devaluación que no se condice con el frente externo”.

Sin embargo, la realidad está verificando que la misma brecha comienza a incidir notablemente en el flujo comercial de divisas. Como señalamos anteriormente, revertir la dinámica en el tipo de cambio y en el sector exportador requerirá de un incentivo mayor a las medidas anunciadas, junto con un panorama macroeconómico que otorgue mayor previsibilidad y confianza, con el objetivo de revertir las alicaídas expectativas de los agentes del sistema económico.

Estrategia de inversión

Evaluamos en envíos anteriores la conveniencia para el inversor argentino de diversificar riesgo país hacia productos financieros con riesgo internacional. Sostenemos nuestra preferencia por activos externos y una cartera diversificada.

Consulte a su asesor para una adecuada configuración del portafolio.