Probablemente pocos términos tengan una connotación tan negativa en economía y en finanzas como la “especulación”. Mas allá que en cierto sentido la especulación es inherente al comportamiento humano, en el manejo de nuestros ahorros podemos distinguir especular de invertir. Todos llevamos adelante acciones en el día a día haciendo conjeturas y tomando decisiones sin el conocimiento de los sucesos futuros, básicamente especulamos.
Y lo hacemos de manera cotidiana sin darnos cuenta, por ejemplo, al decidir que camino tomar en el automóvil para llegar mas rápido a nuestro destino, e incluso utilizamos aplicaciones que nos ahorren la tarea al brindarnos mas información sobre el estado del tránsito. Dado que desconocemos el futuro, queremos reducir los riesgos para alcanzar nuestro propósito.
En la gestión de nuestros ahorros sucede algo similar. Debemos contemplar que somos humanamente racionales, esto es, no somos cien por ciento racionales a la hora de tomar nuestras decisiones. Muchas veces la emoción tiene un rol (a veces nos juega en contra), no disponemos de toda la información de manera completa en todo momento y nuestro comportamiento no está exento de sesgos. Sin embargo, podemos distinguir a la hora de manejar nuestros ahorros la especulación propiamente dicha a la inversión.
Cuando hablamos de invertir nuestros ahorros producto de nuestro esfuerzo, ponemos la atención en el largo plazo. Queremos que ese sacrificio presente nos recompense con mayor consumo en el futuro, para poder cumplir nuestros objetivos financieros. Estos son totalmente personales y por lo tanto cambian de acuerdo con nuestros propios objetivos, pero siempre el foco es el largo plazo.
Por el contrario, cuando hablamos de especular, la atención está puesta en el corto plazo. En buscar esa idea novedosa, con poca información previa que nos genere grandes satisfacciones en lo inmediato. ¡Básicamente una apuesta! Eso indefectiblemente aumenta el riesgo y por eso la recompensa esperada es mayor. También la decepción en caso de no verse plasmado esos retornos en nuestras inversiones. Para aquellos que lo toleran o lo buscan, incluso puede resultar “divertido”, pero sin dudas no lo es para cualquier objetivo de largo plazo. Como dice Brian Nelson, titular de Valuentum: “…Buscar cosas que pueden o no ser adoptadas o convertirse en parte de nuestro futuro es especulación. Invertir, por otro lado, suele ser mucho más fácil y directo que especular…”.
La inversión no debería considerarse como la búsqueda constante de la próxima gran novedad. Invertir implica reconocer que las oportunidades pueden surgir en cualquier lugar, en los sectores más establecidos, en las compañías más sólidas y en los lugares más convencionales. No es necesario aventurarse en regiones exóticas o en tecnologías altamente arriesgadas para descubrir nuevas ideas. Eso se acerca más a la especulación y conlleva asumir un mayor riesgo, que muchas veces no se plasma en los retornos y por lo tanto nos aleja de nuestros objetivos de largo plazo.
Inteligencia Artificial: ¿inversión o especulación bajo el entorno actual?
Las decisiones sobre nuestros ahorros siempre se dan bajo un contexto dado. Este entorno muchas veces condiciona el éxito de las empresas y de los gobiernos y por lo tanto el de nuestra cartera de inversión. Sin embargo, si el objetivo es de largo plazo, el ruido de corto nos molesta menos. Si son relevantes las grandes tendencias para los próximos años, en función de lo que sucede en el presente.
En el actual entorno, luego de un periodo de turbulencia semanas atrás con origen en Japón, que sacudió los activos de riesgo y llevo al S&P 500 a bordear el terreno de corrección a principios de agosto, los activos financieros a nivel global se han recuperado y sostienen su suba mostrando un notable rendimiento en el año. También nos enfrentamos al inminente inicio del ciclo de baja de tasas en Estados Unidos este mes, y un poco mas adelante la elección de su nuevo presidente, con un mercado que parece haber tomado nota de una sana desaceleración económica encauzando el objetivo de inflación.
Un contexto económico que arroja señales auspiciosas, y fundamentan el clima optimista, más allá de las dudas respecto a la posibilidad de una recesión en el horizonte. Sin embargo, en nuestra visión a largo plazo, vemos la posibilidad de un escenario de aumento de la productividad en la economía, similar al experimentado en la segunda mitad de la década de 1990, impulsado precisamente por el boom de la “Inteligencia Artificial” por parte de empresas con solidos fundamentos.
Si observamos el comportamiento de las firmas referentes en este sector, con historias conocidas y buenos fundamentos, observamos que el gasto en “capex” (o sea en “inversión real”) por parte de las llamadas “Siete Magníficas”, que son las principales compañías con grandes inversiones en IA está alcanzando niveles récord. Lo curioso, como sostiene Torsten Sløk, economista jefe de Apollo, es que en contextos de tasa de interés elevadas como el actual, los gastos de inversión en capital por parte de las firmas deberían de reducirse, como sugieren los libros de texto.
Mas allá de la debilidad en el mecanismo tradicional de transmisión de la política monetaria ante un contexto de mayores tasas de interés por parte de la FED, el impacto en las decisiones de inversión de las firmas ha sido considerablemente menor de lo esperado. Indudablemente debido al intenso interés de las empresas en invertir en tecnologías de inteligencia artificial.
Algunas oportunidades de inversión en los últimos años han sido simples y evidentes. Microsoft y Apple presentaron oportunidades claras. Aunque estas empresas tienen tecnologías sólidas, su éxito se basó en que los inversores reconocieran que el “valor” que hay detrás, cuando el mercado subestimaba sus flujos de caja futuros. Así, su éxito fue menos incierto. Un inversor no requiere buscar constantemente nuevas ideas “exóticas” como si se tratara de comprar un boleto de lotería.
Tener una cartera de inversiones en Cedears “aburrida”, en un país con una economía por demás “divertida” suele ser una gran idea de largo plazo.
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