- Políticas fiscales y monetarias super laxas convierten al Oro en la “moneda de último recurso”
- Tasas reales negativas y crecientes riesgos de inflación
- Tendencia a la debilidad del USD
- Alta incertidumbre económica y geopolítica
- Rendimientos nominales cercanos a cero podrían disminuir la protección otorgada por los bonos del Tesoro de EE.UU., generando flujos al oro.
El reciente rally del oro supera el rendimiento de cualquier otra clase de activo global relevante en el 2020. Con un precio en torno a los 2.000 USD por onza, el retorno del 30% en lo que va del año desplaza las ganancias observadas en el S&P (acciones de EE.UU.) del orden del 5% o la renta fija de alta calidad de ese país, entre otros pocos tipos de activos que muestran retornos positivos en este crítico periodo.
El último proceso de apreciación en el metal, un típico activo de refugio en los portafolios, se explica por una serie de factores. En rigor, tasas reales que caen y riesgos de inflación que se elevan. Esto último como consecuencia esperada del monumental estímulo de los gobiernos durante la pandemia.
Para dar una idea de dimensiones, el esfuerzo fiscal en EE.UU. sólo puede compararse con episodios de Guerra Mundial, mientras que el apoyo monetario de la Reserva Federal supera en magnitudes lo observado en la crisis del 2008.
El esfuerzo fiscal en EE.UU. encuentra escasos correlatos históricos
Déficit anual esperado como porcentaje del PBI (EE.UU.)
La combinación de tasas a la baja y riesgos de inflación en aumento implica una cosa: tasas reales deprimidas, incluso ya negativas en muchos casos y con tendencia a la baja.
Para inversores que buscan protegerse durante la crisis, el menú de activos considerados seguros con rendimiento “aceptable” es cada vez más limitado: hoy hay cerca de USD 15 billones en bonos que rinden tasa negativa; es decir, el inversor paga por colocar el ahorro y no al revés.
Este elemento extraordinario es el driver principal del proceso de suba del oro, que se afianza como un sustituto ideal de bonos de alta calidad. El rendimiento del bono del Tesoro de EE.UU. a 10 años oscila en torno al 0,7% anual. Por ende, los flujos que el inversor resigna al rotar desde Treasuries hacia el oro (un activo que no genera flujos) son reducidos. A cambio, el inversor incorpora cobertura inflacionaria en un contexto de incertidumbre geopolítica y expectativa de debilidad en el dólar.
En ese sentido, el índice DXY (mide el valor de la divisa norteamericana en relación con las monedas de sus pares comerciales) cae 4% en el año. La tendencia en el dólar es de mayor debilidad como resultado del veloz ritmo de emisión monetaria de la Reserva Federal y las expectativas de magro crecimiento económico. Por lo tanto, las políticas sin precedentes por lo expansivo, convierten al oro en la “moneda de último recurso” ante los inversores.
Históricamente, los ciclos alcistas del oro de extienden por muchos años. De este modo, el oro podría emprender su tercer bull market en los últimos cincuenta años.
Oro: ¿el tercer bull market en 50 años?
Evolución del precio del oro por onza.
Recomendaciones de inversión
Los cambios propuestos se dirigen a incorporar al oro como activo estratégico en nuestros portafolios. El posicionamiento en este metal se produce a expenses de reducciones en renta fija. Mantenemos sin cambios la recomendación de inversión para la renta variable de Estados Unidos.
Consulte a su asesor para conocer los vehículos más apropiados para la exposición al oro en su cartera.
Evaluamos en envíos anteriores la conveniencia para el inversor argentino de diversificar riesgo país hacia productos financieros con riesgo internacional. Sostenemos nuestra preferencia por activos externos y una cartera diversificada.